Historia

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Hay veces que, sin saber muy bien cómo, el rugby echa raíces en un sitio con tanta fuerza que al poco tiempo es difícil para los jugadores el recordar cómo era su vida antes de conocerlo. Esto es, ni más ni menos lo que ha ocurrido en el este de la provincia de Huesca (probablemente una de las zonas menos rugbieras de España) pero que gracias al esfuerzo de unos pocos y a la ilusión de muchos ha cambiado, en un año, la situación de este deporte.

Todo empezó como suelen empezar estas cosas: un jugador y entrenador que cambió de aires viniendo a vivir a la pequeña localidad de Barbastro. Héctor Pérez, que así se llama este madrileño de nacimiento y catalán de adopción, consiguió poco a poco sembrar la curiosidad entre un grupo de amigos hasta que al final se decidieron a probar “unas pachangas para pasar el rato” allá por el lejano marzo de 2012. Apenas eran 10 personas las que quedaban a jugar en un campo de tierra y cristales persiguiendo un balón con forma de melón. Pero como este deporte es diferente, poco a poco el grupo comenzó a crecer, apareciendo argentinos (cómo si no) y algún que otro exjugador local que ya había tirado la toalla. Incluso de ciudades distantes como Huesca o Binéfar llegaron jugadores y curiosos con ganas de conocer el equipo y disfrutar con la experiencia.

Pero el auténtico paso adelante fue cuando la noticia llegó a la vecina localidad de Monzón, apenas a 17 kilómetros de Barbastro. Gracias a la llegada de varios nuevos jugadores el grupo creció en número y los entrenamientos comenzaron a ser más serios pues se vislumbraba que había posibilidades reales de jugar partidos.

A pesar del éxito que estaba teniendo la iniciativa  y como suele ser habitual con nuestro deporte, el Ayuntamiento de Barbastro no mostró ningún interés en apoyar al emergente club. Si se quería entrenar en los campos municipales (totalmente desocupados en julio) había que pagar así que se decidió buscar un pueblo que nos acogiese. Primero en Laluenga y finalmente en Berbegal el Quebrantahuesos tuvo acogida logrando unas instalaciones por las que muchos equipos de 1ª Nacional suspirarían: campo de uso exclusivo con gradería, bar y vestuarios a coste 0. Un auténtico regalo que hemos intentado devolver al pueblo de la mejor forma posible.

El debut del club fue en el torneo de Laluenga (organizado también por el mismo club) en Agosto, en el cual se contó con la asistencia de Jaca RC y Castelldefels. Las sensaciones fueron inmejorables y los resultados buenos, dada la inexperiencia del grupo. Pero el principal bagaje del torneo fue que el grupo creyó que podía ser equipo. La gente se enamoró definitivamente del rugby y sus terceros tiempos y nació el convencimiento firme de que, fuese como fuese, había que crear el club si o sí.

Ya en septiembre se jugaron amistosos (gracias a Fenix de Zaragoza por su colaboración y ayuda en nuestros comienzos) y debutamos en la Copa de Aragón.

Y por fin, en octubre comenzó la liga. Visto ahora con perspectiva ha sido una aventura alucinante. El cómo un grupo de personas sin casi experiencia ha ido aprendiendo, golpe a golpe, paliza a paliza, partido a partido los misterios de este deporte sin desistir ni abandonar sería un misterio si no fuese por el trabajo y esfuerzo de todos. Han llegado derrotas humillantes, derrotas honrosas y victorias que se escaparon en el último minuto. Pero también hemos logrado paladear el sabor de la victoria hasta en 3 ocasiones dejándonos una sensación difícilmente descriptible. Muchas personas han pasado por los entrenamientos, algunas se han quedado y otras no han vuelto pero el grupo ha crecido. También hemos conocido la cara amarga del rugby en forma de lesiones de larga duración que no por ello han restado las ganas de aprender más y más. El comentario general en el Aragón rugbístico ha sido que los terceros tiempos de Berbegal son los mejores de la temporada y en el plano puramente deportivo que la progresión del nuevo club es envidiable.

Hasta ahora, la crónica es más o menos la de cualquier club de rugby que consigue completar su primer año de forma exitosa. Pero es que hay más… En la actualidad, además de la plantilla senior consolidada el equipo cuenta con equipo femenino y cadete masculino. Si el cadete es una gran noticia porque asegura el remplazo a medio plazo, lo del equipo femenino es totalmente inesperado. El rugby femenino en Aragón prácticamente no existe y sin embargo en el Quebrantahuesos hay más de 15 chicas entrenando 2 veces por semana y buscándose sus propios partidos ante la imposibilidad de jugar liga (y cosechando victorias también). En cuanto a los cadetes, gracias a las visitas a los colegios su número se está incrementando y también han conseguido ganar varios partidos de seven e incluso una jornada de concentración de escuelas de rugby de Aragón. Un echo impensable hace tan sólo 3 meses.

En un solo año de vida el club cuenta con cerca de 40 jugadores entre todas las categorías. Todas las semanas gente nueva se acerca a probar este nuevo deporte. En la comarca, la palabra “rugby” ya no es desconocida y cada vez son más los que se interesan por los resultados de los diferentes equipos.

El pueblo de Berbegal, sede oficial del equipo ha declarado estar muy contento e ilusionado con el proyecto del equipo y la afluencia de público así lo demuestra: se han recogido partidos de cerca de 300 personas, siendo la media superior al medio centenar, lo que para un club nuevo de un deporte desconocido en una comarca tan poco poblada es un auténtico éxito.
Ahora, ya de postemporada, buscamos nuevas metas. Amistosos fuera de nuestra comunidad, organización de algún evento en nuestro campo, visitas a más colegios… Incluso hay la intención de montar un campus de verano para captar niños y montar una escuela de rugby en condiciones