Aquellos que quieren cantar siempre encuentran una canción
Anónimo
Estas líneas estaban dedicadas originalmente al partido disputado el pasado sábado en el CDM David Cañada contra el Ibero RC. Un partido con alternativas y mucha tensión deportiva. La crónica de la jornada seguramente incidiría sobre el síndrome de Dr. Jekyll y Mr. Hyde del Huesca Rugby, con un primer tiempo para olvidar y una segunda parte con el equipo más enchufado e intenso, que consiguió darle la vuelta al marcador y que dejó momentos muy bonitos de juego en un partido bastante trabado. Seguramente incluiría alguna referencia a la primera línea dinámica como soporte del equipo, enfrentada a una delantera tan pesada como la del Íbero y a la dificultad general del equipo en realizar ataques incisivos y verticales y en defender con intensidad. Sin embargo, esta crónica como tal dejó de tener sentido en el momento que nos llegó la noticia del fallecimiento de una de las personas más vitales que he conocido en mi vida, Sandrila. Sandra era una fuerza de la naturaleza, que formó parte integral del proyecto Quebrantahuesos Rugby desde sus inicios. Un ejemplo perfecto de como un grupo de amigos se transformó en un club de rugby y como ese mismo club transformó a sus integrantes en una gran familia, vinieran de donde vinieran, sea Barbastro, Monzón, Binefar, vinieras del campo o de la ciudad, fueras católico convencido o ateo sindicalista. El paraguas en el cual todo valía y se le quitaban las etiquetas a cada uno y era la esencia la que se unía. En ese “melting pot”, Sandra fue una de las fuerzas vivas, remando siempre dentro el positivismo, ofreciendo su casa para lo que fuera, y siempre con un plan en la mente que solía acabar almorzando a las tantas de la mañana en cualquier bar de la provincia de Huesca. Si el QRC se considera un club especial es gracias a gente como Sandra, ese cemento necesario para juntar una estructura tan dispar como el Quebrantahuesos.
Cada integrante de esta gran familia del rugby altoaragonés tendrá en su mente multitud de anécdotas en los cuales aparece Sandrila, como la famosa bofetada a Marcén, uno de los grandes momentos de justicia universal. Cada cual ha de mirar en su interior y mantener vivos esos recuerdos en una persona que rebosaba energía por todos sus poros, y recordar que el mejor homenaje que se le puede hacer es mantener esa gran sonrisa que le caracterizaba, y que era capaz de esfumar cualquier atisbo de pereza o depresión.
En su corta historia, el Quebrantahuesos Rugby ha tenido que derribar multitud de muros, unos más difíciles que otros, ya fueran de índole deportiva, estructural, o social. Este muro es de los más duros que nos toca superar, pero si algo nos ha enseñado el rugby, nuestro rugby, es que por muy alto que sea el muro y por muy resistente que parezca, si apretamos los dientes y empujamos todos juntos, ese muro caerá. Esa energía que mostraba Sandra la tenemos ahora en nuestros corazones cada uno de nosotros, y una vez más, como esa gran familia que somos, hemos de agarrarnos de las camisetas, agachar la lomera, y empujar. Fuerte, muy fuerte. Hasta que caiga el muro y veamos el siguiente, y seguir empujando, juntos. Siempre juntos.
Va por ti, Sandra.
